Mi
nombre es Mariano y soy un fugitivo, pero no de la justicia sino más bien de
ángeles del infierno, desde que descubrí
su existencia me están dando caza.
Mi
historia la comenzaré a contar desde el día en que tuve un accidente por el año
2002, tenía 18 años y recién había terminado el secundario, la Argentina estaba
sumergida en una de sus profundas crisis, el caos reinaba.
Mis
padres habían perdido el trabajo por eso me encontraba desesperado buscando un trabajo,
cuando me dirigía a una de las tantas entrevistas, un hombre me envistió con un
coche y se dio a la fuga, estuve en coma unos meses, pero para mí fueron
segundos, no recuerdo nada de ese profundo sueño, pero desde el momento en que
volví a abrir mis ojos mi mundo había cambiado.
Había
pasado una semana desde que había salido
del hospital, mi padre (de origen italiano) se encontraba trabajando en Milán, había
decidido emigrar, sin embargo yo estaba realizando la rehabilitación, me daba
miedo salir a la calle, por eso me escondí en mi computadora…
Un día
tuve que ir al hospital para una de mis ultimas sesiones, pero a diferencia de
otras veces había decidido viajar sólo en colectivo (autobús), dos hombres con
gafas negras se acercaron a la parada,
sentía algo extraño en ellos, pensé que era alguna paranoia mía, al llegar el
colectivo me subí y detrás mío lo hicieron aquellos hombres. Los dos
disimulaban pero yo sabía que me estaban observando.
Los dos
hombres se bajaron en la misma parada y comenzaron a seguirme, por mi mente
pasó la idea de que me querían robar, aceleré el paso pero ellos me seguían de
cerca, por la calle no circulaba nadie, uno de los hombres me bloqueo el paso,
intenté apartarlo de un empujón y fue allí que percate que su rostro no era
humano… el otro hombre se acercó por mis espaldas pero fue bloqueado por otros
dos hombres que aparecieron del improviso, los 3 se quedaron forcejeando y
mientras que el cuarto hombre se reincorporaba del suelo yo aproveche para
escapar.
Me subí
al primer colectivo que pasó en dirección a mi casa. Sentía que mi corazón se salía
del pecho, intente calmarme, pensé que me estaba volviendo loco al recordar
paso a paso lo que había sucedido, aquellos cuatro hombres eran algo más, no
eran normales.
Llegue
a casa rápido y me encerré en mi habitación, encendí la computadora y había recibido
un mail con el título “Sabemos que nos puedes ver, tu vida corre peligro”