La vida muchas veces se trata de números, como por
ejemplo tengo 32 años, he recorrido 146 ciudades de 30 países en 4
continentes... estos datos en frío parecen importante, pero en experiencia de
vida es algo que trasciende. Yo no he dejado ningún trabajo fijo para
sumergirme en una aventura como muchos hacen, lo mío es simple, al inicio viaje
por necesidad y a esta altura de mi vida lo hago por placer y en parte como una
droga, algo que necesito. Mi vida es simple y austera, no tengo padres
millonarios, ni tampoco un trabajo donde gane mucho, pero toda mi economía se
basa en tratar de ahorrar para el siguiente viaje, algunos me dicen que tengo
suerte por haber viajado alrededor del mundo, pero cuando yo les paso mi fórmula
para tener la misma suerte, la mayoría se niega a aplicarla en su vida, tal vez
porque sean cobardes o tan solo porque no se sienten capaces, muchos ponen
excusas, que es más fácil que afrontar los verdaderos miedos. Muchos
me dicen que soy valiente al viajar solo, yo pienso que más bien soy inconsciente,
que me gusta la adrenalina de afrontar nuevos desafíos. He sacrificado mucho
para llevar esta vida, amigos, familia, pareja, pero he aprendido que en la
vida no sé puede tener todo, siempre algo debemos sacrificar, la vida siempre
pide algo a cambio, tiempo, amor, paz, tranquilidad... cada uno debe aprender a
negociar, yo vivo esta vida de prestado... nuestros finales ya están escritos,
pero cada uno decide como desarrollar su historia hacia ese final, puede ser épica,
romántica, familiar, de amores, de lujuria, yo elegí una historia de viaje, por
momentos se torna aburrida, monótona, pero otros capítulos son de incontables
aventuras.
He viajado en globo, atravesado desiertos y océanos,
he comido insectos, montado en elefantes, he escalado montañas, he llorado en
silencio, he visto cientos de amaneceres y atardeceres en diferentes parte del
mundo, he escalado un volcán, he conocido miles de personas muy diferentes y eso me ha hecho crecer y entender mejor a los demás.
Lo peor de los viajes no es el hecho de ir a lugares
donde las costumbres son diferentes, o el idioma es complicado, lo peor de viajar
solo es tener que aguantarse a uno mismo, a sus temores, a la soledad, a la
tristeza, pero una vez que aprendes a vivir con todos tus demonios, la vida se
hace menos difícil. Por el momento seguiré narrando esta historia, hasta el
momento en donde no me quede otra que poner la palabra FIN.