sábado, 12 de abril de 2008

Salvando al tiempo

Estaba en la estación de autobuses de Valencia, esperando el que me llevara a casa de mi hermana. Ese año venían a visitarnos nuestros primos de la Argentina. Habíamos decidido reunirnos en Barcelona, donde mi hermana alquila un piso para ella sola.
Pero ese viaje en autocar iba a ser especial. Al lado mío se sentó un señor de unos 50 años aproximadamente, con una larga y desprolija cabellera blanca y una barba de iguales características, el hombre sudaba por su frente de manera considerada, pero yo no hice caso a su aspecto y entre recuerdos de mi infancia me quedé dormido en un profundo sueño.
El ruido de personas en movimiento me despertó, la gente se estaba preparando para bajar del autocar, el hombre que estaba sentado a mi lado, rápidamente miró hacia la ventana y se apresuró a coger sus cosas. Su rostro empalideció, parecía que había visto a un fantasma, yo intenté mirar hacia donde miraba él, pero solo vi a un grupo de personas que parecían esperar a sus seres queridos.
Esperé que la gente bajase del autocar, con mi mochila al hombro bajé y salí de la estación. La noche cubría la bella ciudad. Tenía que caminar algunas calles antes de llegar a la casa de mi hermana y cuando ya había caminado unos quinientos metros desde la estación, escuché que desde una calle lateral alguien gritaba, mi curiosidad fue mayor y me acerqué… muy pocas lámparas iluminaban el lugar, era una calle sin salida y no había nadie, salvo un hombre, el cual estaba gritando y al que lo rodeaban otros cuatro. Agudicé mis ojos y pude reconocer aquel hombre, era el señor que se había sentado al lado mío. Éste saco una pistola que llevaba escondida en la cintura, primero amenazó a aquellos hombres para que se mantuvieran lejos, luego me miró directamente a los ojos, llevó la pistola a su sien y se disparó. Yo me paralicé al ver la escena, los hombres después de revisar al muerto, se dieron cuenta de mi presencia, ya que aún me encontraba petrificado por lo sucedido, y fueron a mi encuentro. Traté de reaccionar y cuando lo hice, comencé a correr lo más rápido que pudieron mis piernas. Escapé metiéndome por varias calles, por suerte conocía bastante bien aquel barrio, así que no me fue difícil deshacerme de mis perseguidores. Cuando llegue a la casa de mi hermana ya no tenía aire. Tras tocar el timbre, mi hermana me abrió la puerta:
-Hola Rodri, querido hermano… - ella me dio un abrazo y notó que estaba temblando. - ¿Qué te pasa?
Pero yo no le respondí, y rápidamente entré a su casa. Mi hermana me seguía preguntando que me pasaba pero no podía responderle, aún en mi mente seguía reviviendo la terrorífica escena que había visto. Cuando pude calmarme le conté lo que había sucedido:
-Debemos informar inmediatamente a la policía – insistió mi hermana.
Pero me negué haciendo un gesto con la cabeza, aquella noche sólo deseaba descansar un poco.
-Llamaremos mañana temprano, porque no quiero estar toda la noche declarando en la policía.
- Pero piensa en aquel hombre, hermano.
- Mañana por la mañana, te prometo hermana, que llamaré a la policía.
Me fui a dormir, pero no pude, estuve girando toda la noche en mi cama; cansado ya, decidí levantarme para buscar un libro que estaba leyendo, cogí la mochila, pero al abrirla mi sorpresa fue grande al darme cuenta que dentro de ella tenía una especie de agenda. Me senté en la cama y comencé a examinarla, la abrí, pero más que una agenda era una especie de Diario Intimo. Mientras lo ojeaba me preguntaba cómo había llegado ahí dentro y de quién era, luego me detuve en la segunda página donde había algo escrito en inglés -para mi suerte, desde pequeño había estudiado ese idioma- y comencé a traducir lo que decía:
“Si leéis esto, quiere decir que los agentes de la muerte me han alcanzado, en estas páginas está parte del trabajo de mi vida, no se lo podéis confiar a nadie. Tenéis dos posibilidades, una es tratar de seguir sus pasos para encontrar los secretos que esconden estas páginas; la otra es destruir este libro. Pero debéis tener en cuenta que mientras tengáis este libro en vuestra posesión, vuestra vida estará en peligro.”
Me quedé paralizado, pero seguí investigando aquel diario, hasta que algo cayo de él, era una foto, donde había varios hombres posando en grupo vestidos con unas batas blancas, y pude reconocer a uno de ellos, era el que había viajado conmigo en el autobús, el que se había suicidado.
Seguí leyendo las páginas del diario hasta que me quedé dormido.
Mi hermana me despertó bruscamente, lo que me asusto mucho. Una vez que me tranquilicé, nos dispusimos a desayunar y le conté lo de mi hallazgo, mi hermana insistió en llamar a la policía, pero mi curiosidad era mayor, me sentía como si estuviese viviendo una película de espías.
Eran las 10 cuando nos dirigimos hacia el aeropuerto, para ir en busca de nuestros primos.
El vuelo venía con retraso, así que nos quedamos esperando, de repente sonó el móvil de mi hermana. La cual se levantó y comenzó a caminar:
-Hola señora Helena ¿qué es lo que desea? – tapando el móvil para que no se la escuchara me dijo: - es la insoportable de mi vecina.
- No señora, no estoy en casa… ¿qué escucha fuertes golpes?, pero si no hay nadie… Señora Helena no vaya, llame a la policía, dentro de un rato llegaré. ¿Qué hay hombres en la puerta de mi casa? Señora quédese en su casa… ¡no! – mi hermana emitió un fuerte grito.
Yo me levanté asustado y fui a su lado.
-Le han disparado.
- ¿A quién?
- A mi vecina – me contestó con la mirada perdida.- me estaba contando que en la puerta de casa había unos hombres uniformados. Yo le dije que avisara a la policía, pero ella curiosa salió y luego sólo escuché algunos disparos.
En eso oímos unos rumores provenientes de nuestra derecha… y allí estaban nuestros primos, como siempre llamando la atención. Me sorprendí al verlos, habían pasado varios años; Lautaro ya se había recibido como ingeniero de sistemas informáticos, Rocco había decidido convertirse en militar y su hermano menor Renzo, en cambio, se pasaba todo el día en el gimnasio entrenándose para ser cada vez más fuerte. A pesar de que los tres eran muy diferentes entre sí, cuando se juntaban hacía un trío único. Nuestros primos avanzaron hacia nosotros y nos abrazaron, Lautaro fue el primero en percatar el temor que nos invadía.
-Está bien que nosotros seamos terribles, pero no para que pongan esos rostros de terror.
Yo atiné a hacer sólo una mueca como sonrisa, ya que la situación se había vuelto crítica, por eso no tardamos en explicarles el embrollo en el que nos encontrábamos.
Les contamos lo del hombre del autobús, el cual era un científico pagado por una organización rusa-norteamericana para descubrir una fórmula que permitiese viajar en el tiempo. Una vez que lo logró, arrepentido, decidió que era conveniente no intervenir en los hechos del pasado, por eso él y sus colaboradores hicieron lo posible para que esa fórmula no cayera en manos inapropiadas. Sus jefes, después de interrogar hasta la muerte a todos sus colegas, fueron en su busca, pero al no encontrarlo se dirigieron a por su familia a la que exterminaron. Él se justifica escribiendo que el sacrificio de sus seres queridos sirvió para salvar la vida de millones de personas, ya que jugar con el tiempo lo consideraba muy peligroso. El único deseo que tenía era hacer público todo aquello, ya que el científico había registrado la muerte de sus colaboradores, y tenía todas las pruebas para encarcelar a los culpables.
-¿Por qué no llamamos a la policía? –dijo mi primo Lautaro.
- Hemos pensado en eso, pero en el diario nos dice que no podemos confiar en nadie, ya que esta agencia tiene gran poder e influencia en todas partes.
- Entonces, ¿Qué haremos? – preguntó Rocco.
- Pues, depende de ustedes.
- Hemos venido acá en busca de aventuras, así que hagamos realidad el último deseo de ese científico – contestó Lautaro.
- Pero esas pruebas ¿dónde están?
- Eso es lo más curioso, he leído toda la noche el diario y la única pista que deja es una adivinanza.
“Fue el arquitecto de la nueva Barcelona, dentro de una de sus obras, se encuentra la más célebre de todas, y debajo de ella, encontrarás el secreto, por el cual muchos perdieron la hora.”
Mica ¿tú no sabes qué sitio puede estar hablando?
-Ni idea, pero ¿estáis seguros que queréis llevar esto hasta el final?
- Ya no tenemos opción.
- Veamos, creo que el arquitecto del que habla el enigma es Antoni Gaudí. – dijo Micaela.
- ¿El de la Sagrada Familia? – interrumpió Renzo.
-Ese mismo, la más célebre obra de él es la Sagrada Familia, pero no está encerrada en ninguna otra de sus obras… aunque puede que haya alguien que nos puede ayudar a resolver este enigma. – terminó diciendo Micaela.
- Pues entonces vamos.
Nos dirigimos en autobús hacia Plaza Cataluña y de allí cogimos el metro hasta Jaume I en donde conducidos por Micaela llegamos hasta una tienda. Dentro había varios objetos extraños, libros de magia, y todo lo relacionado con lo esotérico. En la tienda no había ningún cliente, allí nos recibió una mujer de unos 40 años, se la veía muy joven, bajita y de tez morena.
-Hola Micaela, ¿cómo estás?
- Hola Fabiola, te presento a mi hermano y mis primos.
Después de las presentaciones Micaela continuó diciendo.
-Fabiola es amiga de nuestro primo Mariano y seguramente que ella nos ayudará a resolver nuestro enigma.
Le contamos de la situación en la que se encontrábamos. La mujer se puso a leer y releer las líneas que encerraba el enigma. Pero tampoco ella sabía cuál podía ser el edificio, así que fue a la biblioteca y cogió un libro titulado “Las grandes obras de Gaudí”. Leímos todas las descripciones de los edificios, pero en ninguna de ellas hablaban de un edificio construido dentro de otro. Además, el enigma hablaba sobre la obra más célebre del arquitecto, que era la Sagrada Familia, hasta que leí algo que me llamó la atención y sin dar explicaciones, les dije a mi hermana y a mis primos que me acompañaran. Dejamos allí las maletas y cogimos de nuevo el metro que nos llevó hasta Paseo de Gracia. Llegamos a un magnífico edificio, mis primos se detuvieron para hacer fotos, pero los obligue a apresurase y después de que mi hermana sacara los tickets, entramos al edificio llamado “La Pedrera”.
Recorrimos todo el edificio, tanto mi hermana como mis primos me preguntaban que era lo que estábamos buscando, pero yo estaba concentrado en buscar lo que me había movido hacia aquel lugar, hasta que por fin pude localizarlo… delante nuestro había una gigantesca maqueta apoyada sobre una mesa con el proyecto terminado de la Sagrada Familia. Les dije a Renzo y a Rocco que me cubrieran, y recordando el enigma me tiré al suelo y me arrastré por debajo de la mesa… donde encontré un pequeño sobre pegado en la parte inferior de la misma. Lo cogí lo más rápido que pude y me reincorporé, allí estaba el guardia interrogando a mis primos, que le explicaron que yo estaba buscando la lentilla que había perdido. El guardia nos creyó y nosotros haciéndonos los desentendidos seguimos viendo la exposición. Al cabo de un rato salimos del edificio y les mostré lo que había conseguido.
Dentro del sobre había un mini disco, una llave, un papel con un código de números escrito, y una pequeña tarjeta a la cual no di mucha importancia.
Nos fuimos a unos de los tantos bares que hay en aquella avenida donde intentamos ver en el ordenador de mi primo Lautaro la información que contenía el disco, pero fue en vano, porque nos pedía un código, Lautaro intentó con el código que había dentro del sobre pero no resultó, luego probó sus métodos de hacker pero tampoco tuvo éxito. Mientras que estábamos todos mirando el ordenador, mi primo Renzo se acercó al ventanal que daba a la calle y se quedó observando el exterior durante varios minutos.
-Renzo, ¿sucede algo?
- No, nada… creí ver algo extraño, pero debe ser la tensión.
Miré hacia la misma dirección que estaba observando mi primo, pero no noté nada raro.
No sabíamos que hacer, estábamos como al inicio. Traté de buscar el código en el Diario, que lo llevaba conmigo y no paraba de leerlo una y otra vez… ingresamos todos los números o palabras que creíamos que podían servirnos, pero el resultado siempre era negativo.
Cogí la tarjeta y noté que era la de un banco llamado Caja España, en la parte posterior tenía impreso unos cuatro párrafos en inglés, los cuales al traducirlo dieron como resultado la siguiente oración.
“En el corazón del Rey de la Selva, encontrarás la jaula construida por el gran arquitecto, en donde se encuentra la llave del saber”.
-¡Maldición! pero ¿qué ganas de complicarnos la vida?, ¿tanto le molestaba poner en donde buscar esta maldita información?. –dijo Rocco frustrado.
Salimos del bar y fuimos a un albergue para pasar la noche, yo mientras tanto trataba de resolver el nuevo enigma.
Estuve pensando toda la noche hasta que caí en un profundo sueño.
“Sentí un gran rugido y vi como las fauces de un inmenso León se cerraban sobre mí.”
Me desperté con el corazón que latía con gran fuerza, pero luego me tranquilicé, el sueño que había tenido me había dado una respuesta al enigma. Esperé al alba y fui a despertar a mis primos que entre quejidos y protestas se levantaron. Desperté a mi hermana y todos fuimos hacia la estación de autobuses de Barcelona donde sacamos pasajes para la ciudad de León.
Al lado mío viajaba mi hermana, en el asiento de delante estaban los hermanos Renzo y Rocco, y detrás nuestro se encontraba mi primo Lautaro que intentaba conquistar el corazón de una turista sueca.
A mi hermana le explique lo del sueño, y donde pensaba que podía estar escondido el código que nos serviría para ver la información.
Tras unas horas de viaje, el autocar hizo una parada en un autoservicio, en donde todos los pasajeros aprovecharon para estirar las piernas y comprar algunos víveres en una tienda. A Renzo y a Rocco tuvimos que zarandearlos para que se despertasen, aunque no los culpo, ya que aquellos asientos eran muy confortables. Una vez que descendimos, mi hermana, Rocco y Lautaro fueron a comprar algo para comer, mientras que Renzo y yo nos pusimos a caminar, así estirábamos las piernas ya que las teníamos un poco entumecidas. En cierto momento Renzo se detuvo y observó un auto que estaba estacionado, disimuladamente se agachó para atarse los cordones, yo me le acerqué y me dijo:
-No mires, pero en aquel coche que está estacionado a unos metros de aquí, hay unos hombres que nos están siguiendo.
- ¿Y eso cómo lo sabes?
- ¿Recuerdas ayer que me quede mirando la vidriera?, pues bueno, en realidad estaba mirando un coche que se había estacionado al otro lado de la avenida; uno de los hombres nos observaba con unos binoculares, pensé que era uno de las tantas personas extrañas de Barcelona, pero ahora veo que ese mismo coche, y esas personas a las que vi ayer están delante nuestro. Volvamos al autobús.
Mi primo se reincorporó y juntos nos marchamos hacia el autocar donde el resto de pasajeros ya estaba subiendo. Una vez arriba le contamos a los demás de lo sucedido. Y pudimos comprobarlo cuando el autobús volvió a ponerse en marcha ya que el coche hizo lo mismo, siguiéndolo de cerca.
-¿Cómo pudieron descubrirnos?
- Habrán intervenido vuestros móviles – respondió Lautaro.
- Pero yo no he hecho ninguna llamada, y ¿tú Micaela? – mi hermana negó con la cabeza.
Nos quedamos pensando hasta que Lautaro preguntó a Micaela.
-Mica, acaso ¿has pagado las entradas con la tarjeta de crédito?
- Sí.
- Ahí tienes la respuesta primo, han rastreado la tarjeta de Micaela.
- ¡Maldición! ¿Ahora qué haremos? – Guardé silencio unos segundos y continué diciendo - pero no entiendo una cosa, ¿porqué no nos hicieron nada?
- Tal vez estén esperando el momento justo. – dijo Renzo.
- O que los llevemos hacia lo que quieren. – interrumpió Rocco.
Cada uno volvió a sus asientos. Media hora más tarde Renzo se giró para vernos y me preguntó.
-Lo que no entiendo es por qué ese científico volvía hacia Barcelona.
- Según su diario, hacía dos años que iba de país en país escapando, y se había establecido en Barcelona en donde escondió la información y luego se transfirió hacia Valencia donde al cabo de unos meses se dio cuenta que lo seguían; por eso había decidido volver en busca de la información.
- Pero si quería ocultarla me parece ilógico que conduzca a sus perseguidores hacia ella.
- No sé Renzo, ¿acaso piensas que sé todo de aquel tipo?
Mi primo se giró y ninguno de nosotros volvió a hablar hasta que llegamos a León.
Nos hospedamos en un albergue cerca del centro, nuestra habitación estaba en un primer piso. Mientras que nosotros decidíamos que hacer. Rocco observaba atentamente la ventana desde la que pudo ver a nuestros perseguidores y a continuación dirigió su atención hacia el edificio que estaba situado frente al albergue.
-Tengo una idea. – dijo Rocco interrumpiendo la discusión que el resto de nosotros teníamos.
Por la tarde a Renzo y a Lautaro los envió a comprar unas cosas, mientras que mi hermana y yo nos fuimos caminando hacia la catedral. En mis manos llevaba el diario del científico, y eso llamó la atención de nuestros perseguidores, que nos siguieron de cerca. Tomamos unas cervezas en un bar y cuando comenzó a anochecer decidimos volvernos. Los hombres, que nos vigilaron en todo momento, se nos acercaban cada vez más, por eso mi hermana y yo aceleramos el paso hasta que empezamos a correr por las calles casi desiertas. Nuestros perseguidores actuaron de igual manera. Pero una vez que estuvimos cerca del albergue, no entramos al mismo, sino que fuimos al edificio abandonado. La puerta estaba entreabierta, no se veía nada, pero nos adentramos en el edificio como pudimos y nos tiramos cuerpo a tierra, al cabo de unos minutos, detrás nuestro sentimos varios ruidos ensordecedores detrás nuestro.
Nuestros primos se habían escondidos en ambos lados de la puerta; y una vez que entraron los cuatro hombres dos de ellos tropezaron con una cuerda, que Rocco y Lautaro habían tensado, haciendo caer las armas que llevaban en sus manos. Mientras Renzo con una pala había golpeado a otro de ellos, desmayándolo. El que todavía seguía en pie comenzó a disparar con su revólver 38 con silenciador, pero todos sus disparos fueron fallidos. Rocco en cambio cogió el arma de uno de los que habían caído y dio un disparo certero en medio de la frente, gracias a su puntería y a los binoculares infrarrojos que habían comprado. Cuando los otros dos hombres que habían caído intentaron levantarse, mi primo los ejecutó sin piedad. Lautaro miraba atónito la escena, del mismo modo ejecutó al que se encontraba inconsciente en el suelo.
Rocco al ver la expresión de horror de Lautaro dijo:
-O ellos o nosotros, yo elijo por nosotros, ahora ayúdame a limpiar la escena.
Una vez que pasó todo, mis primos nos llevaron hacia el exterior, mientras que Rocco se quedó limpiando todo tipo de huellas que hubiéramos podido dejar.
Volvimos al albergue. Al día siguiente nos fuimos a la Casa Botines, el único edificio de Gaudí en León, y en el cual funcionaba el banco Caja España. Nos presentamos con la llave y el código, que era un número de cuenta, la empleada nos preguntó por la contraseña. Nosotros nos quedamos sorprendidos, no sabíamos que contestar, tras unos segundos, le leí lo que decía en la tarjeta. La señora vino al cabo de unos minutos con una caja de metal, dentro de ella había un papel escrito con tres palabras en inglés “time of humanity”.
Mi primo Lautaro mandó los videos y toda la documentación a todos los medios informativos del mundo, que no tardaron en publicar y hacer ver lo acontecido al grupo de científicos. La interpol mientras tanto capturó a todos los miembros de la organización causante del hecho. Mientras que la documentación sobre el viaje en el tiempo quedó guardada en un lugar seguro.
Ahora estoy volviendo a casa, espero que este viaje en autobús no me traiga ninguna otra sorpresa.

MAC

5 comentarios:

Anónimo dijo...

simplemente maravilloso:D me encanta:D un relato que merece la pena leer detenidamente y sin perder detalle, mantiene la intriga durante toda la escena y da detalles importantes:D

estoy maravillada con la historia. quiero mas!!!!! ajjajajaja

bezitoz

Anónimo dijo...

M ha gustado mucho el relato Mac, pero éste no es el del concurso no? más que nada porque el transporte público sale muy de pasada, a ver no conozco las bases ni nada de eso pero en el otro que he leido el bus es el escenario principal...
Muchos besitos
Mona

Anónimo dijo...

Mariano Brown!

Me alegro de que sigas armado con la pluma. A ver si hacemos una quedada de las nuestras para que la mitología del Casino nunca muera.

un abrazo!
Hélior el sátiro

Anónimo dijo...

Que linda la historia, pero me quede con ganas de saber la formula para viajar en el tiempo!!! jejeje

CäRoL dijo...

Dios mío! no podía dejar de leer! tus relatos me atrapan de mala manera, que increible!!! uf Mariano es increible como escribes ya tardas en publicar un libro!!! Un fuerte abrazo

Frases que salen de nuestro cerebro estan regidas por un pequeño ser que se encuentra en la oscuridad de nuestra psiquis... eso es peligroso porque lo que busca este personaje es llegar a zonas frescas donde poder controlarte...

El lado oscuro del negro