La Génesis de mi mundo, parte I

El Gran Dios cansado de estar solo, en el principio creó el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas, creó un inmenso planeta pero todo estaba inmerso en tinieblas, por eso el Gran Dios creó un inmenso sol, para proporcionar luz y calor y reemplazar la oscuridad perpetua con una luz divina, y llamó a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». E hizo girar al mundo sobre su propio eje, para separar día y noche. Y atardeció y amaneció: así fue el día primero. E hizo el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento. El firmamento sería llamado «cielo». Sobre las aguas hizo elevar la tierra creando así un inmenso continente. Esa tierra emergente era estéril por eso hizo que produzca la tierra vegetación: hierbas que dieronn semillas y árboles frutales que dieron fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra. Después le pareció bueno que bullan las aguas de animales vivientes, y que aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste. Y creó los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacían bullir las aguas según sus especies, y todas las aves aladas según sus especies; y los bendijo haciendolos fecundos para multiplicarse, y henchitáran las aguas de los mares, y las aves crecieran en la tierra. Del mismo modo hizo con la creación de las bestias, reptiles y demás animales terrestres según su especie. Pero igual el Gran Dios se sentía muy solo, por eso de su sangre creó a cuatros hermosos arcángeles, los cuales controlarían cuatro sectores del nuevo mundo; dividiendolos hacia el norte, sur, este y oeste. Éstos controlarían cada fuerza y elemento a cambio de que éstos obedeciéran todas las cosas que él les dijiese. Pero el Gran Dios no se detuvo a crear a sus arcángeles sino que decidió poblar el planeta con seres capases de reproducirse como los demás seres, pero estos tendrían la capacidad de tener independencia propia. Pero un arcángel celosa de aquella independencia que tenían aquellas creaturas, a escondidas de su Gran Dios, en una zona deshabitada del planeta, intentó crear una raza de seres que le obedeciéran y adoráran, pero el arcángel no era capaz de controlar el poder de la creación, por eso, estos nuevos seres no tenían control, eran seres malignos y repugnantes que rapidamente se expandieron por el planeta destruyendo todo. El Gran Dios se encontraba desconcertado y desilusionado por la desobediencia del arcángel, y como castigo, eliminó a las bestias. Esto enfureció al arcángel que sentía a esas creaturas como sus hijos, por eso desafió al Gran Dios, el cual cansado de la impertinencia, desplegó todo su poder, lo que ocacionó una terrible explosión, destruyendo el hermoso planeta y el sol que había creado, reduciendolos en pequeños pedazos exparsidos por toda la oscuridad. La onda expansiva de la explosion trasladó al arcángel a lo más profundo de la oscuridad, herido y con el deseo de algún día vengarse de la destrucción de sus hijos, mientras que los otros tres arcángeles fueron muertos en la gran explosión.
El tiempo fue pasando y el Gran Dios se sentía débilitado y desanimado para usar nuevamente el poder de la creación. Pero su asombró fue tal cuando vió que de los restos del primer mundo surgía nueva vida y los pequeños fragmentos del Gran Sol iluminaron la inmensa oscuridad. Así fue como se creó el universo.

Pero los nuevos seres que poblaron los nuevos mundos, ya no eran puros como los del inicio, ya que la energía de odio que había liberado el arcángel Luriel contra su creador habían contaminado la esencia de la vida... pero no todo estaba perdido, ya que si bíen en el universo habían seres malignos, también habían seres puros o mixtos. Y grácias a la independencia que el Gran Dios les había dado a los primeros seres en un inicio, estos nuevos podían elegir entre el bien o el mal.