Mientras que Sabrina servía las cervezas a los hombres de la Santa Inquisición, Fani contaba lo sucedido a sus amigos.
Marior pretendía escapar dando golpes, como de costumbre buscando la solución más simple. Luz más metódica, recapacitó y preguntó a sus amigos:
-¿Sabéis si Pau lleva consigo la piedra mágica?
-Supongo que sí, ¿pero para que lo queréis en estos momentos?, no creo que nos ayude mucho en la lucha – respondió Marior.
-Dadme una de vuestras piedras.
Emilie acercó su piedra mágica a Luz, la cual la utilizó para comunicarse con Pau.
Pasaron varios minutos y en la taberna irrumpió un hombre bastante agitado y dijo a en voz alta:
-¡Habéis oído, la cazadora abandona esta ciudad, está en el puerto a punto de embarcarse para una aventura en el sur!
Los enviados de la iglesia que escucharon atentamente lo que decía el hombre salieron a toda prisa del lugar, dirigiéndose hacia el puerto. Mientras tanto Luz y el resto aprovecharon para escapar del lugar, dividiéndose en grupos. Marior fue con Luz hacia la masía mientras que el resto se dispersó por la ciudad.
Al día siguiente Marior estuvo encerrado a oscuras en su habitación, buscaba una solución para deshacerse de los hombres del Vaticano y de los licántropos y una idea lo iluminó.
Fue rápidamente en busca de la cazadora que se encontraba en el comedor cabizbaja, tomando leche caliente.
-¿Qué os pasa amiga mía?
-Estoy cansada, os juro que estoy por resquebrajarme. Si bien demuestro ser una persona dura, soy una persona demasiado frágil.
-¿Por qué pensáis así?
-Es por la vida que llevo. Una parte de mi quisiera hacer como las demás mujeres… casarme y formar una familia, y no ir detrás de mis monstruos para ganar dinero.
-Pero vos tenéis algo que aquellas mujeres no tienen.
-¿Qué cosa?
-La libertad de hacer lo que os plazca sin tener ninguna atadura, ningún hombre que os dice que debéis hacer, y la libertad a veces se paga caro, hasta con los afectos. Como dijo un gran sabio “Si lloráis por haber perdido el sol, las lagrimas no os dejarán ver las estrellas.”*
La mujer reflexionó lo que había dicho su amigo.
Marior sabía que su amiga no estaba para escuchar sus planes.
-Me voy a la ciudad, ¿queréis venir?
-No estoy de ánimo además tengo algunas cosas que hacer, ¿querías decirme algo?
-Esta noche hablaremos más tranquilos.
El hombre lobo se dirigió hacia el palacio en donde vivía la cortesana. Ella lo esperó con una tetera con unas hierbas especiales que ambos solían beber.
-He podido conseguir algunas de estas hierbas en el puerto, gracias a la información que me habéis dado.
La cortesana estaba perdida en sus propios pensamientos y ni había escuchado el comentario de su amigo, su rostro mostraba cierta tristeza.
-¿Qué os pasa?
-Me siento sola, temo no volver a encontrar el amor nuevamente.
-¿Todas las mujeres estáis con el mismo problema?
-¿De quién habláis?
-Dejad, era tan solo un comentario… Para mí vuestro problema es que aún estáis esperando a que llegue vuestro príncipe, pero cuantas veces habéis estado con uno y siempre termináis con el corazón roto. Ya no debéis esperar a un príncipe joven que os trate como una simple mujer, sino que debéis encontrar a un hombre simple que os trate como a una reina, que os de todo el amor que os merecéis.
La mujer sonrió al escuchar las palabras de Marior, ambos estaban sentados en una inmensa mesa mirándose a los ojos, se había creado un clímax cordial y cálido, la mujer cogió la mano del joven hombre…
-¡Hola amigos! ¿Cómo estáis? Tanto tiempo sin veros amigo Marior, ¿Qué cuenta mi lobito favorito? No sabéis las cosas que tengo para contaos. Fani podrías darme a mí también de ese brebaje que soléis beber y si lo acompañáis de galleta aún mejor. Acabo de llegar del centro de la ciudad, me he encontrado con varios de mis amigos, las cosas que cuenta la gente de la cazadora es increíble, ¿es verdad que se embarcó hacia el sur? – en la sala había irrumpido a los gritos Fiola, una mujer bajita y de tés morena, descendientes de egipcianos, según decía la joven, de la familia de Cleopatra. Había estudiado hechicería en Alemania y adoraba la cultura teutona. Era miembro de un grupo de personas que estudiaban a los antiguos pensadores de Grecia y además en donde practicaban el ocultismo y es esoterismo. El grupo de las Tinieblas recurría a ella para obtener elementos y pociones mágicas. Su fortaleza y su gran corazón eran sus principales virtudes, pero entre sus defectos estaban su curiosidad, su verborragia y su autoritarismo.
-No sabéis… ¡Estoy de novia!, he encontrado el amor de mi vida, lo conocí en el grupo… los cosquilleos que siento en mi vientre…
-¿Estáis embarazada? – preguntó jocosamente Marior.
-¡No!
Cuando la joven morena se disponía nuevamente a comenzar su monologo en la habitación irrumpió otra mujer, vestía como una cortesana, de baja estatura y muy bella.
-Hola amigos, ¿Cómo estáis?, Marior, tanto tiempo si veros…
-Será porque vos no tenéis tiempo de veros…
-Siempre con vuestra negatividad, debo deciros una cosa… ¡estoy de novia con el Barón Otto de Baviera!
La mujer era la Cortesana Gabriela que con sus hermanos se habían trasladado de Calabria, en Italia, a Barcelona.
Gabriela y Fiola comenzaron al inicio de hablar de sus respectivos novios, luego comenzaron a comparar uno y otro, discutiendo para saber quien tenía el mejor. Marior al escuchar la conversación se levantó y se dirigió hacia la salida, Fani se levantó y le suplicaba para que no la dejase sola con las dos pequeñas enamoradas.
Antes de irse le pidió a Fani que le diga a Fiola que le consiga balas y saetas de plata para la ballesta de Emilie. Saludó a las dos mujeres que ni lo escucharon por la discusión que tenían que a esas alturas se había convertido en un dialogo ameno, elogiándose la una con la otra.
Volvió a la masía y allí se encontró con sus dos amigas, les dijo que ya tenía casi listo el plan para deshacerse de una vez de los licántropos y de la Santa Inquisición, pero antes debía irse por algunos días. Las mujeres se quedaron con ganas de saber más, pero Marior cogió algunas de sus cosas y se marchó.
1 comentario:
Insisto, esto deberia ir a la gran pantalla menknta!
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